Semanas antes de la llegada de Bienestar Familiar a Tame, en el Instituto de Promoción Agropecuaria (IPA) se vivieron minutos de angustia. Algunos estudiantes perdieron el conocimiento y otros, los más pequeños, no paraban de llorar. Todos estaban atemorizados por las explosiones que se escucharon en la base militar El Jorobado, muy cerca de allí, donde un grupo armado ilegal atacó a las tropas del Ejército.
El miedo llegó a las casas de las propias familias. Después del ataque fueron asesinados el papá de una estudiante de grado 11 y al menos otros dos habitantes del corregimiento, al tiempo que continuaban los combates.
La profesora de la Cátedra de Paz, Luz Dary Galeano, cuenta que el temor es una constante en Puerto Jordán, una zona rural que comprende el límite entre los municipios araucanos de Tame y Arauquita. «A nuestros estudiantes y sus familiares constantemente se les ven afectados sus derechos en cuanto a movilidad, asesinatos selectivos y reclutamiento de menores de edad. Y a nuestros jóvenes les quedan secuelas cuando ven los diferentes hechos violentos, como los que han ocurrido hace poco, que nos afectan de manera muy profunda», explicó.
Fieles a la cultura llanera, la respuesta de estudiantes y profesores ha sido la fortaleza y la solidaridad. «Lo que más me gusta de mi colegio es que, a pesar de que pasen tantas cosas, siempre tratan de dar más motivación y más empeño a los estudiantes», cuenta una de ellas.
Por eso, ante las constantes agresiones de los actores armados, la comunidad educativa instaló un gran pendón blanco a la entrada del colegio, en el que se puede leer en letras azules flanqueadas por dos palomas: «Los estudiantes y comunidad educativa de Puerto Jordán queremos la paz. ¡No más violencia!».
Para seguir trabajando en su exigencia de paz, el IPA se sumó a la campaña «Aquí crece la Generación para la Paz», con la que Bienestar Familiar convoca a estudiantes, docentes y comunidades a pintar juntos las escuelas, colegios y unidades de atención para, a través de los trazos, las formas y el color, hablar de los anhelos que tienen para ellos, sus familias y su territorio.
Acompañados de las profesoras de Artes y de la Cátedra de Paz, 35 estudiantes de los grados 6 a 11 acordaron representar sus sueños con un avión, dos violetas, dos cuerpos abrazados y una niña pintora. «Con el mural queremos enseñarles que queremos la paz, la tranquilidad y el resguardo sobre nosotros mismos. Y también que todos tenemos un talento distinto y que queremos poder cumplir cada uno de los sueños que tenemos por delante. Mi sueño de paz es, si Dios quiere me llego a ir a estudiar, en algún momento volver y poder sentir el alivio de que no voy a correr algún peligro acá», explicó una de las estudiantes del IPA.
Jiber Velandia, orientador del colegio, señala que su principal motivación para vincularse a la campaña fue la posibilidad de promover espacios de participación a partir de la creación colectiva: «Me parece importante cómo los chicos que participan en esta actividad pueden expresar todos esos sentimientos, emociones, intereses, anhelos, y de alguna manera eso los ayuda a resignificar todas esas situaciones negativas que han vivido, esos temores, y darles un enfoque hacia el futuro, de esperanza, de construir un mejor mañana para la vida de ellos, de su familia y de la comunidad».
Otro de los estudiantes reconoció esta juntanza artística como un escenario de reafirmación del compromiso de los estudiantes con la paz para Arauca: «Lo que yo quiero con este mural es que, al menos en este lugar, se escuche la voz de la ciudadanía. Aunque haya guerra y guerrillas, este pueblo quiere la paz y quiere la tranquilidad en el mundo».